SAMUEL ARRIARRAN CUELLAR |
Nombre: Samuel Arriaran Cuellar
Ocupación: Filósofo
De niño me gustaba leer pero era pura curiosidad. No me gustaba la escuela me gustaba leer. Mi padre tenía una biblioteca y a veces nos leía en voz alta. Eso era importante porque ayuda a agudizar el oído y a sensibilizarse en el lenguaje no es lo mismo leer en silencio que leer en voz alta. Recuerdo que mi padre nos leía poesía y nos obligaba a memorizar y si no memorizábamos nos pegaba con un palo.
Cuando crecí busqué los libros por mí mismo. Leía todo lo que llegaba a mis manos. Leía y no entendía pero seguía leyendo. Poco a poco uno me fui apoderando de la lectura. Comencé a entender. En mis años de infancia no recuerdo que me haya impresionado un autor, ya de joven y en mis años de estudiante en la universidad si me atrapó la obra de un filósofo español de nombre Adolfo Sánchez Vázquez. Me cambió la vida de tal forma que desde entonces percibo el mundo, la realidad de una manera más filosófica. Fue una revelación: me di cuenta que sin la ayuda de otra persona no iba a lograr nunca llegar a ser yo mismo o a pensar por mi cuenta. Los textos del maestro Sánchez Vázquez me ayudaron a conocerme a mí mismo.
Desde la adolescencia la lectura ha sido una actividad diaria, algo que no puedo dejar de hacer. Es como el pan. El pan cotidiano. Una especie de religión o de oración cotidiana. No puedo estar sin leer porque en la lectura me concentro. Es cuando estoy solo conmigo mismo y cuanto más siento placer por estar conmigo la lectura. Como la música la lectura es algo que me hace sentir bien con la vida en una época, en una sociedad donde todas son malas noticias puras desgracias. En ese contexto la lectura es un refugio para enfrentar esa realidad tan horrible
A mí me sucede eso pero, ojo, no debemos sobrevalorar la lectura. Lo que es agradable para mí no tiene porque serlo para todos. Para otras personas hay cosas mejores que la lectura dentro del cine o la música. La lectura no es la única manera de formarse no es la única manera de conocer. Por eso estoy contra las políticas de promoción de la lectura. Creo que lo único que provocan es alejar a la gente de la lectura, de los libros, por considerarlo como algo obligatorio. La lectura en los libros no es la única manera con la que uno se va a relacionar en la vida. ¿A poco leen los campesinos? No necesitan libros, eso de las políticas públicas, las políticas de gobierno de promover la lectura son un fracaso. No sirven para nada
Considero que lo conveniente es no obligar a leer a nadie. Hay que dejar que la gente solita se dé cuenta de que los libros son útiles, pero no en el sentido pragmático. Los libros no son como tractores o fabricas. Los libros son para sentir placer, mientras no se promueva esa cultura de que los libros son para divertirse, para el placer, no habrá política que dé resultado. La mejor manera de promover la lectura, sobre todo en los niños, es darles lecturas que sirvan para que disfruten, si los niños aprenden a disfrutar de la lectura, ya de adolecentes, de jóvenes y de adultos nunca van a dejar de leer.
Si alguien descubrió que la lectura no es algo obligatorio, que no es para sufrir ni para aprender nada, pues nunca va a dejar la lectura. La harán un habito no una tortura.
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